En el mundo

Su puerta está cerrada y ni los más profundos lo conocen. Nadie vislumbra su vida interna, pues sigue su propio camino y no los pasos de los viejos sabios. Va al mercado con su cuenco, vuelve a casa con su cayado. Departe con carniceros y bebedores, y él y todos ellos se iluminan.

Descalzo, desnudo el pecho, ando entre la gente.
Cubierto de lodo y neiza, vivo dicha incesante.
No se necesitan los milagros de los dioses,
Pues toco el árbol muerto y estalla en flor.



tinta / papel
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