Comprendiendo la enseñanza, llega a descubrir las huellas. Sabe entonces que, así como diversos recipientes son todos de oro, la materia del alma fragua en un mundo de reflejos. Pero, incapaz todavía de discernir entre lo que es y lo que no, sigue tomando falsedad por certidumbre. No ha cruzado aún la puerta; se dice que por lo pronto vio las huellas.

Bajo los árboles de la ribera se muestran las pisadas. Densa crece la hierba fragante: ¿será éste el camino? Por mucho que la bestia se trasmonte
Su hocico toca el cielo y nada lo eclipsa.